Y mis pies en la Tierra.
Y todo empieza a cambiar y de repente me observo, tan pequeñita, tan insignificante que todo a mi alrededor me eclipsa. No puedo respirar, no puedo dormir, no puedo levantar la cabeza y cada vez me encierro más y más y sin darme cuenta, las manos de mis hermanos, de mis cuñados, de mis hijos y los suyos, se unen y en un esfuerzo infinito me devuelven a la vida. Me dan la oportunidad de nuevo de sentir su amor incondicional, sin esfuerzo porque lo dejan todo, porque su amor fraternal siempre ha brotado con holgura. Pero de nuevo debo agradecerlo, siempre creyendo que la ley de vida sería la que me llevaría a cuidarles y devolverles todo el amor y sacrificio que han hecho por mí y son ellos quienes cuidan ,cuidan y me alientan a seguirles, a cada uno de ellos,salvando nuestros deshavenencias,arropan a mis hijos ,a Haritz y se vacían,y me colman de orgullo. Y recuerdo cada uno de sus te quiero, cada uno de esos abrazos que olvidabamos darnos cada vez que nos despedimos y los