La palpacion malbendita

 


Son las 9 de la mañana, después de una noche larga en urgencias y de un desayuno suculento la  alarma de mi reloj  suena  recordándome que hoy toca auto palpación de mis senos , hay  que comprobar que no existe ningún bulto, ni adenopatías sospechosas que pudieran ser susceptibles de ninguna patología mamaria.

El agua comienza a correr en la ducha, yo frente al espejo comienzo mi ritual mensual, pero con ganas de terminarlo para así poder conciliar unas pocas horas de sueño y recuperarme para poder estudiar.

El vaho del agua caliente ha cubierto inusitadamente el gran espejo que cubre mi cuerpo entero. Sin darme cuenta, el tiempo ha trascurrido, el agua sigue corriendo, pero yo, continuo impasible ante ese espejo, todo a mi alrededor se vuelve negro, mi rostro casi difuminado alberga un inaudible no.

Mi índice izquierdo no ha palpado nada en mis pechos ,ni en mis axilas pero inusualmente y sin previo aviso ha localizado un bulto sospechoso encima de la clavícula.

Ya no se ve casi nada en mi espejo, me he vuelto muy pequeña, demasiado, pero no quiero pensar, y sin entender mi sobresalto dejo mi mente en blanco, abro la mampara de la ducha y desamparo mi cuerpo para  ser abstraída por el calor de las gotas de agua, dibujando mi contorno con suaves miradas de incredulidad y estupor.

Sin darme cuenta han trascurrido 60 minutos. mi corazón late lentamente, mi respiración es superficial y tenue pero mi yo, recorre con una velocidad vertiginosa todo lo malo que me puede estar sucediendo, sin descanso, sin recelo en augurar lo peor.

Como un robot continúo con mi aseo, y alcanzo las frías sábanas estiradas que me esperan solitarias a mis cotidianas horas de acostarme, debo descansar, no pensar, enciendo el mp3 y mi querido Pablo canta Yolanda mientras mis parpados le gana la batalla a mi silencioso YO, y duermo y duermo y vuelvo a dormir. 

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