Podeis entrar.
El cáncer comienza a acompañarte cada minuto de tu existencia, mis hermanos, mis amigos, mis compañeros de trabajo, para ellos ya estoy enferma pero yo no puedo entender por qué, ahora mismo sólo tengo enferma el alma, continuó siendo la misma que ayer, capaz de andar 10 km, jugar un partido de pádel y nadar 1500 metros. Capaz de trabajar 10 horas y después solo descansar tres.
Y Haritz, esa mirada entrañable, ese acompañamiento continuo y sigiloso que intenta mostrar una tranquilidad que no existe, una vigilancia exhausta que intenta no invadir mi silencio.
Mis hijos todavía no lo saben, son 14 añicos, adolescentes intentando sobrevivir con sus problemas pueriles, con sus dilemas existenciales y luchando por adaptarse a su nuevo yo conflictivo y dual.
Como trasmitirles mi desdén sin mostrar debilidad, como infundir esperanza cuando mi yo interior no consigue encontrar el interruptor del On .
Sólo un pensamiento inunda mi existencia, NO QUIERO HACERLES DAÑO.
Cuándo y cómo decirles que tengo cáncer, que decirles, hasta dónde. Durante dos años han estado sufriendo porque a su madre no le pasara nada, mi trabajo era su mayor preocupación, durante este tiempo han soportado mis manías a veces rayando el absurdo sobre como interactuar para protegerse, hemos luchado juntos para solucionuar nuestros problemas, que no han sido pocos, pero ahora , yo era el problema , el bastión sobre el que se sustenta la fuerza de nuestra familia, el latido que marcaba cada paso para seguir hacia adelante, su baluarte se resquebraja y no encuentra ni el momento ni el lugar para darles tan ardua noticia.
He conseguido enfrentarme al diagnóstico y lo he verbalizado con cada una de las personas que forman parte de mi vida, una a una he intentado contarlo porque debía hacerlo en persona, muy duros los abrazos y los llantos de cada uno de mis hermanos, el silencio de mi sobrina hermana cuando intuye que algo malo ocurre, el acercamiento de los que se habían ido lejos, los corazones enviados por mis amigos que no saben que decirme, lo había conseguido, pero ¿y mis hijos?
Me era imposible perturbar la felicidad que últimamente habíamos conseguido, cada logro de Xabi, cada meta de Aintzane, cada minuto de felicidad que rodeaba nuestro hogar va a quebrarse por esta noticia, yo para ellos soy invencible, soy su ama la que todo lo hace, todo lo dice y todo lo sabe, pero no puedo dar este paso, no puedo hacerles esto, no se lo merecen.
Como cada sábado Aintzane sale con sus amigas y Xabier y yo subimos a Quinto Real, junto con Elur. Nuestro mejor momento es pasear por sus bosques, escuchando los pájaros, el vibrar de las hojas cuando corretea de un sitio para otro , la melodía que el viento recupera cada vez que escudriña las ramas desnudas de un invierno seco y yermo que cubre las calzadas con hojarasca y árboles caídos que dibujan el retrato de mi impotencia.
De regreso y justo antes de llegar a casa en la radio suena nuestra canción especial. esa que cantamos juntos cuando los malos pensamientos nos bloquean " eso que tu me das, es mucho más de lo que pido"
Una lágrima comienza a brotar desde mi alma y sin dejar de pensar en mis niños me doy cuenta que es la hora , es su hora de la verdad.
Son las once Aintzane llega a casa, yo lo he pensado y sin previo aviso siento a los tres en el salón, Haritz intuye que ha llegado el momento y abraza a los dos con temor a su reacción.
Digo la palabra cáncer, digo la palabra lucha y digo la palabra equipo. Lloran, gritan, juran y lamentan pero yo continúo siendo esa madre que todo lo puede y no derramo ni una lágrima, sus abrazos y lamentos me hacen cada vez más fuerte para trasmitirles mi deseo de vivir, de luchar por ellos.
Quizás elegí ese momento para que la noche fuese mi aliada, el cansancio pronto les vence y acurrucados los cuatro en mi cama consiguen dormir.
Y en la madrugada encontré mi soledad, esa que me calma.
Ya todo el mundo lo sabe , mis amigos , mis hermanos, mis hijos , mi Haritz que me inquiere cada vez que me observa con su mirada triste y desolada, mis hijos que me rehúyen porque mi presencia les augura pensamientos difíciles, mis hermanos que sólo quieren acompañarme a cada segundo del resto de mi vida y yo, que solo busco estar sola. No tener que hablar, no tener que sonreír no tener que fingir una fortaleza que quizás no es tal o sí y no sé que está allí.
Necesito mi soledad, la necesito para pensar en ello, pero no encuentro el momento, cada una de las personas que me quieren me abruman con su presencia, quieren cuidarme pero yo no me siento enferma, no encuentro mi codiciada soledad, no es fácil de entender pero nunca he necesitado tanta atención, necesito sentarme en el alto de un monte, sentir la brisa del viento, sentirme viva escuchando el chasquido de las hojas bajo mis pies, necesito abrir mis ojos y observar el silencio pero tanto amor me sobrecoge el alma.
Y sin darme cuenta , hay alguien que me aconseja, esa persona que el destino puso en mi camino quizás, porque sabía que la iba a necesitar, que me pide que me deje cuidar, que muestre mi debilidad, que no es malo, que seguiré siendo su madre, su esposa y su hermana,, que me tiende la mano o más bien el oído para escuchar mis lamentos, mis anhelos y mis miedos , que me reitera que deje de cuidar para ser cuidada y cojo su mano y sin darme cuenta paso al otro lado.
Y en un pequeño instante y sin darme cuenta consigo escuchar por fin mi silencio, y comprendo que les necesito y a todos, haritz , mis niños, hermanos y amigos y cerrando los ojos chasqueo mis dedos y
les dejo entrar.
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