Mi afán por sobrevivir









Ya van dos y cada una diferente, pero poco a poco superándolas, mitad del camino recorrido. Con altibajos pero más altos que bajos, pensaba que iba a ser tan dura como la primera pero sin embargo ha sido diferente pero más llevadera, hoy es miércoles y ya he caminado 8 km y Elur y yo hemos dado un buen paseo. 

El tiempo me está acompañando, no hace mucho frío y el sol reluce . Me siento algo más floja que hace unos días pero con fuerzas para seguir adelante. 

Me siento en el alto del monte y  observo a cada persona que pasa e inconscientemente  en mi mente surge la pregunta maldita, 
¿Por qué a mí?,¿ Por qué a mi familia? Y cada uno que veo me da envidia, y mi rabia se convierte en llanto y el llanto en fuerzas para seguir luchando. Saco las fotos de mis hijos, les observo, les acaricio como hacia cuando eran pequeños, siento como las endorfinas comienzan a hacer su efecto, me siento con ganas de vivir, y encuentro una foto con Haritz de hace muchos años siendo felices y con ganas de comernos el mundo y ahora después de conseguir ser padres,  día a día luchando para ser felices, aparece el cáncer, un parámetro extremadamente cruel que marchita nuestras ilusiones  futuras, que 
me aparta de mis objetivos prioritarios, del camino de mis hijos, de mi vida con Haritz, de mi objetivo laboral, para centrarme exclusivamente en una lucha sin tregua. En la lucha por la supervivencia, mi supervivencia, la madurez de mis hijos, por mi acompañamiento en su devenir de esta vida, y como no por el deseo de estar con Haritz y recorrer juntos ese mundo que tantas ganas teníamos de recorrer en nuestra senectud.


No me siento débil, me siento enfadada, frustrada y sin embargo  eufórica para poder conseguir ganarle  años a esta vida  que tan pronto no puede ser truncada.  Poder disfrutarla con mis hijos, mi marido, mis hermanos y mis amigos.

Sigo sentada en la cima, aquí me siento libre, me siento ganadora observando cada persona que pasa tan pequeña, veo los coches pasar deprisa, muy deprisa y yo no tengo prisa, quiero quedarme aquí en la cima , pero sé que tengo que bajar y comenzar a luchar por mí, por ellos, por todas las personas que  me apoyan y me quieren.   

En mi mente surge uno de esos recuerdos que aparecen en los duros momentos y sin darme cuenta me veo sentada en la puerta de nuestra casa sentados los tres con los ojos cerrados y consiguiendo tocar las nubes, esas nubes térmicas que muchas tardes de verano nos acompañaban al atardecer en su infancia.   Les observo tan pequeños e ingenuos que incluso yo consigo tocarlas y acabo estirando el brazo y esta vez aunque ellos no están a mi lado vuelvo a tocarlas y vuelvo a sentir su ingenuidad y su amor rodeándome por doquier.  Es una experiencia  que se lo recomiendo a todos los padres que prueben a hacerlo con sus  hijos porque es la experiencia más inolvidable y entrañable que un padre puede vivir con sus hijos, es una forma muy singular de hacerles sentir con tan sólo utilizar la imaginación. recuerdo que Xabi siempre repetía lo mismo:

--¡Son tan suaves mamá ! 
y Aintzane había dias que luego en la cama me decía que había estado saltando entre las nubes. Cuanto me gustaria poder retroceder en el tiempo y anclarnos en esos momentos. 


Comentarios

  1. Yo de pequeña siempre soñaba con saltar de nube en nube 🌥️🌥️. 😘

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  2. Que tu voz interior siga ilustrandonos con tu vivencia. Que gran lección nos estás dando. 👐

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