La mochila del diagnóstico

Y nueva sesión de inmunoterapia, y la verdad es que después de los ciclos de quimio ,este tratamiento es más liviano, sequedad de piel, unos días algo eufórica pero realmente puedo llevar una vida prácticamente normal. 
Hoy es el día que quitando los efectos secundarios de la quimio que todavía perduran en mi cuerpo, podría decirse que me siento menos enferma. He vuelto a jugar a pádel después de dos meses y al final sí que acabé fundida, hora y media que me costó recuperar.
Y ahora sólo pienso en nadar, en volver a conseguir relajarme en el agua, el año pasado hacia entre 2000 y 2500 metros al día, ya tengo ganas de disfrutar, ese si es el lugar donde me quedo en blanco. Seguro que me costará coger el ritmo  pero seguro que lo consigo.




Y cada día al levantarme me siento superbién, y sin embargo cuando va llegando la noche, la presión vuelve a mi pecho, y la oncóloga dice que no hay causa física que lo ocasione, y yo en el fondo sé lo qué es y realmente sé que  es psicológico. Tengo que reconocer que cuando pienso en lo que estoy viviendo me doy cuenta de que no me han dicho que tengo colesterol alto o un dolor de muelas, no, me han dicho que tengo cáncer y no uno de esos que se operan, no un cáncer de pulmón.
Y es entonces cuando mi  pecho siente esa desazón, ese quemazón que me hace volver a la realidad.
Y recapitulo, y pienso en todas las cosas que he hecho y en las que me quedan por hacer, y de todos esos momentos duros en mi vida que he superado, y pienso que ya es hora de pensar en mí.

Observo en silencio a los ancianos pasear y no puedo evitar pensar en mi futuro, en el fondo sé que no llegaré a cumplir tantos años y  aunque intento no pensar en ello, es inevitable que mis pensamientos divaguen.
Me gustaría poder ponerla en blanco sucumbir a la felicidad plena pero no puedo. La mochila del diagnóstico está aquí y ha venido para quedarse. 
Supongo que es la carga de todo paciente con cáncer, y si además el pelo se cae y lo hace visible para el resto del mundo, esa mochila se hace más pesada.
Intentas no pensar pero llegan los amigos de tu hija y en cuanto te ven lo saben, o el vecino de no veías desde hace meses e inaudito te pregunta qué tal porque se ha quedado de piedra, o la compañera que sorprendida observa turno tras turno tu ausencia brusca e impensable después del último turno juntas.
 Y de nuevo esta situación y la anterior y la siguiente van llenando la mochila, la van haciendo casi insoportable pero debo de continuar por ellos, que  han intentado estar serenos, que han conseguido sobreponerse al diagnóstico, que llevan también esta mochila, los tres que han intentado mostrarse fuertes.



Pero en la noche, la mochila se abre y se hace dueña de mi pecho, y ese temor vuelve y así cada noche se cobija en mi interior para desaparecer al amanecer . 

Comentarios

  1. Guardo todos tus escritos, siempre pendiente de si hay algo tuyo, es como lo cuentas.No dejes que ese bicho se apodere de ti.Un beso grande.

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  2. Esa mochila que se vacía en la noche y esta repleta de día, como tu ilusión temprana, como tu vida repleta de amorosos cuidados, los que has ido dejando entre cariño y miradas, entre abrazos atrapados en la soledad sentida. Eres de luz y poesía, eres de cuidado y vida…. la que llena tu mochila. Besos

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