Sin ti no soy nada
Ya llevamos 30 años juntos, con vivencias muy dispares, hemos llorado, reído, gemido, hemos susurrado cuando no nos oíamos, hemos gritado cuando no nos escuchábamos y hemos sentido, si sentido, un amor el uno por el otro en momentos desmedido.
Durante este tiempo siempre has estado a la izquierda, centrado en tu trabajo, dejándote guiar siempre y dejándote hacer, y yo matriarca pensando que todo lo debía hacer yo, que todo era como yo decía ,en fin haciendo siempre lo que la mamá decía. Era cómodo para ambos y cuánto me costó darme cuenta que no era así.
Y me diagnosticaron y mis miedos crecieron, oh mis niños, oh Haritz sabrán vivir sin mi, sabrá su padre cuidarlos, habré hecho bien la labor de madre, serán felices.
Y entonces como si de un trono surgieras comienzas a dejar brotar a un Haritz dador,un Haritz extremadamente
Sensible, comunicativo , empatico con cada una de las situaciones que la enfermedad apostilla nuestro día a día.
Y allí a las 4 de la mañana tus manos frías impregnadas de ternura intentan mitigar mi dolor, una friegas en mi espalda hacen brotar mis lágrimas que son el símbolo de que nuestro amor perdurará siempre, y sobretodo que he tenido la suerte de poder disfrutar de él.
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